jueves, 29 de octubre de 2015

Cuaderno de viaje: día 4

No sé por qué el camino esconde esa magia que tanto nos atrae, tal que, por mucho que se haya estado otras veces, siempre gusta.

Mañana despejada y fresca para caminar y mientras nos acercamos al Monte do Gozo, conocemos algunas peculiaridades del Camino de Santiago y de los peregrinos, como esa vieira que llevaban en la antigüedad y muchos siguen llevando, el báculo, la compostela donde se sellan los lugares por donde se ha ido pasando para poder tener luego la acreditación... Nos encontramos con algunos caminantes y vemos que muchos son extranjeros que nos comentan que les gusta España y que les gusta el camino. Son apenas 5 km pero los hacemos diligentes y satisfechos, recorriendo al fin las calles de Santiago sin que hayamos podido ver la catedral sólo hasta el momento de entrar en la plaza del Obradoiro, donde se nos aparece majestuosa pero, eso sí, invadida de andamios porque están haciendo labores de limpieza y eso le quita un poco parte de su belleza.

Estamos deseando comprar unos recuerdos para los que queremos y tenemos sólo media hora libre hasta que viene Guillermo y como buen guía nos embelesa durante más de dos horas, contándonos cosas de las costumbres antiguas, de la catedral, de las plazas, del interior, del museo... Le damos el consabido abrazo al santo y visitamos la cripta, y todo ello sin pestañear durante todo ese tiempo.

Comer de buffet libre en la universidad nos permite elegir. Para mi sorpresa algunos eligen macarrones y comen como reyes. Podemos jugar un ratito en la hierba pero nos vamos enseguida porque nos esperan para darnos una charla-concierto de instrumentos musicales, sobre todo gaitas, que nos sorprende gratamente. Primero por la colección de ellos que la pareja tiene en su casa, luego por la armonía de esos sonidos que brotan y nos trasladan al mundo de los ancestros celtas. ¡Qué bonito sonó!


Y no habíamos merendado porque nos esperaba un taller de cocina con buena pinta: elaboración de bica, un dulce gallego tradicional y sencillo que hicimos por grupos y que luego pudimos degustar, eso sí, tras hacer una cata a ver cuál había salido mejor, porque la cosa tiene su arte y su precisión para medir y mezclar.

Un día completo, magnífico y divertido en el que aprendimos muchas cosas. Ahora tocaba descansar.

Mira las fotos en la imagen.


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