Pues sí, un curso menos porque nos dejan 13 alumnos para irse al centro de secundaria, y como siempre, se nos va un pedacito, y recordamos sus lloros cuando entraron con 3 añitos, sus sonrisas cuando se adaptaron a la escuela plenamente, sus trastadas en algunos casos, y de todo ello nos queda un poso de cariño después de tantos años, con una mezcla de melancolía y satisfacción por haber gozado enseñándoles.
Entre las luces y las sombras de este curso que ya cerramos, nos quedamos con la luz que ellos, todos, los que se van y los que se quedan, irradiaron sobre el CRA, haciendo de cada día una aventura distinta que nos ha hecho y nos hace querer más. Así que hemos cerrado un curso intenso pero que no ha agotado nuestras ganas de reinventar cada día el acto de enseñar: carpetas nuevas en la mesa, algunas ya con título para nuevo proyecto el curso que viene, esperando septiembre para volver a abrirse y llenarlas de ganas de conocer.
Os dejamos el enlace de la jornada que comenzó con la guitarra de Correa sonando en el porche mientras los chicos cantaban a coro, que luego de tomar un suculento desayuno preparado por el AMPA fue fresquita, y el momento en que recogen su orla los licenciados de Educación Infantil y los de Primaria. Hubo discursos emocionados en los que dedicaron palabras de gratitud al cole. También hubo abrazos emocionados, unas lágrimas contenidas y otras derramadas sin pudor, porque ellos sabían que estaban en su casa. Así de espontáneo.
Deseamos que esa impronta del cole siempre quede en su recuerdo.
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