viernes, 5 de diciembre de 2014

La mariposa que no llegó a volar

A menudo nos encontramos con niños excesivamente protegidos por sus padres de forma que impiden que maduren, incluso que se hagan resistentes a las dificultades. La palabra NO parece proscrita del diccionario familiar, y se hace todo lo que place al niño, haciendo de él a veces un pequeño tirano, o un incapaz de afrontar vicisitudes.

De igual forma se tiende a culpar siempre a los demás de las dificultades del niño, no asumiéndolas ni ayudando con ello a que ellos se superen a sí mismos, perpetuando patrones de comportamiento que pueden llegar a ser dañinos en sus relaciones personales.

Invitamos a la reflexión con esta breve historia que describe muy bien la forma en la que nos creemos convertir en "salvadores" de nuestros hijos, cuando en realidad los condenamos a mantenerse en sus propios errores o abundamos en su propio egoísmo.


LA MARIPOSA QUE NO LLEGÓ A VOLAR


Cuenta una vieja historia que un hombre encontró el capullo de una mariposa tirado en el camino. Pensó que allí corría peligro y entonces lo llevó hasta su casa para proteger esa pequeña vida que estaba por nacer. Al día siguiente se dio cuenta de que el capullo tenía un orificio diminuto. Entonces se sentó a contemplarlo y pudo ver cómo había una pequeña mariposa luchando para salir de allí.

El esfuerzo del pequeño animal era titánico. Por más que lo intentaba, una y otra vez, no lograba salir del capullo. Llegó un momento en que la mariposa pareció haber desistido. Se quedó quieta. Era como si se hubiera rendido.

Entonces el hombre, preocupado por la suerte de la mariposa, tomó unas tijeras y rompió suavemente el capullo, a lado y lado. Quería facilitarle al animalito la salida. Y lo logró. La mariposa salió por fin. Sin embargo, al hacerlo, tenía el cuerpo bastante inflamado y las alas eran demasiado pequeñas, parecía como si estuvieran dobladas.

El hombre esperó un buen rato, suponiendo que se trataba de un estado temporal. Imaginó que pronto, la mariposa extendería sus alas y saldría volando. Pero eso no ocurrió. El animal permanecía arrastrándose en círculos y así murió.

El hombre ignoraba que la lucha de la mariposa para salir de su capullo era un paso indispensable para fortalecer sus alas y que el proceso necesario consistía en que los fluidos del cuerpo del animal pasaran a las alas para convertirse así en una mariposa lista para volar.

(Relato tomado de la red: lamenteesmaravillosa.com)


1 comentario:

  1. Qué buen cuento para explicar el daño que podemos hacer a nuestros niños cuando están creciendo y desarrollándose.
    Los humanos nacemos fuertes y estamos programados para una vida larga y llena de vicisitudes.
    Cuidado con confundir a nuestra propia naturaleza, aunque sea con muy buenas intenciones.

    ResponderEliminar