viernes, 17 de octubre de 2014

Niniland

El país de los ninis, los que no estudian ni trabajan, sólo por detrás de Turquía y por delante de Italia e Irlanda. Ostentamos el dudoso honor de tener en esta situación uno de cada cuatro jóvenes de entre 15 y 29 años, según la OCDE en su informe anual "Panorama de la Educación". Un 25%, mientras que la media de la UE es del 15%. Por seguir dando cifras, el 31% de las personas sin estudios postobligatorios está en paro, cifra que baja hasta el 14% para los titulados universitarios.

Durante la presentación del informe de la OCDE, la Secretaria de Estado para la Educación afirmó que la explicación no hay que buscarla en la crisis, sino en el bajo nivel de competencia lectora y matemática que tienen nuestros jóvenes. Por supuesto podemos siempre culpar a la escuela de todos los males que aquejan a la sociedad; podemos buscar soluciones desde la docencia, no desde la política; Podemos suponer que a todos esos jóvenes parados (excepto un 7% que ni busca ni quiere buscar), les hicieron entrevistas de trabajo pero no les contrataron porque no sabían resolver la ecuación de segundo grado que incluía la entrevista o porque no hicieron aceptablemente bien el comentario de texto que les proponía el encargado de RRHH. La escuela es la culpable, con el bajo nivel de formación de los maestros, con la escasa renovación metodológica, por no integrar las TIC en el trabajo de aula.

Mientras la señora Gomendio simplifica las cosas hasta la exasperación y lanza balones fuera, la escuela trata de adaptarse al ritmo de cambio vertiginoso de leyes tras leyes de educación que siguen sin abordar el meollo de la cuestión; los centros trabajan horas tratando de adaptar mediante palabrería ya gastada engarzada con terminología nueva sus proyectos educativos a la legislación vigente; se elaboran proyectos de formación curso tras curso para desde la reflexión, la autoevaluación y el consenso mejorar la práctica docente y adaptarse a los requerimientos de un mundo que cambia más deprisa de lo deseado, creando un enorme vértigo en cuanto al papel que debe desempeñar la escuela: formar ciudadanos democráticos, adaptados, motivados, inquietos, emprendedores, integradores, responsables, tecnológicos, lectores, igualitarios, sensibles socialmente, de hábitos saludables, correctos peatones y futuros conductores, críticos, creativos, cívicos, comprometidos, antiracistas, usuarios competentes de las instituciones, dialogantes, empáticos, bilingües, y por supuesto, competentes en matemáticas y lenguaje. Y todo ello con menos presupuesto. Más por menos.

Todos los males que aquejan a la sociedad proceden de la escuela. No es la crisis la causante de nuestros ninis, no es una cuestión de políticas. La escuela.

Menos mal que lo nuestro es vocacional y no consiguen quitarnos la ilusión, porque, tras diez minutos de mosqueo inicial, seguimos en el tajo pensando en nuestros niños.

¿En quién pensará la señora Gomendio cuando hace sus declaraciones?




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