sábado, 1 de junio de 2013

Adjetivos para un viaje- Día 3


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Simpatía, alegría, vitalidad, compañerismo y buen comportamiento.

Estos podrían ser algunos de los que les podríamos adjudicar no sólo a nuestros chicos y chicas, sino a todos los que hemos conocido en este periplo por el Valle del Jerte.

Resulta gratificante ver a nuestros chicos desenvolverse con autonomía y responsabilidad. Acuden solas las respuestas a las preguntas que a menudo os habéis hecho: ¿Para qué tanto viaje?

Nos emociona que Luis nos diga con una sonrisa de oreja a oreja por la mañana: “Ana, mira mi maleta, ¡lo he doblado todo!” Entonces no podemos por menos que sonreír pensando en las primeras veces que teníamos que regañarle para que hiciera su equipaje medianamente bien. Y le hacemos una foto a esa maleta impecablemente preparada (bueno, vale, le puso el pie porque no le cabía todo).

Pese a los pocos espacios libres que hemos tenido, no hemos recibido de ellos una sola queja, tipo cuándo acabamos, tengo hambre, sueño o cansancio, y han atendido todas las explicaciones de los monitores con interés y atención.

Estas ocasiones de viajar juntos los “hermanan” y casi seguro que cuando sean mayores recordarán las risas que nos hemos echado juntos, o lo frías que eran las aguas del río Jerte.

Hemos mostrado al grupo de Tenerife la belleza del paisaje extremeño y algunos de sus monumentos, pero hoy ha sido especialmente interesante, porque hemos cogido cerezas, hemos comido muchas, muchísimas cerezas; hemos visitado una cooperativa, donde hemos podido comprobar que este preciado fruto tiene una especie de DNI y un riguroso control de calidad, ya que es muy delicado y perecedero. Esto hace que tengamos total garantía del producto que nos comemos, tan agradable al paladar. Pero serán las picotas, allá por el mes de julio, las que ostentarán el título de denominación de origen. Las podréis diferenciar porque se envasan sin el “rabito” y porque su forma redondeada termina con un pico.

La próxima vez que digamos en el mercado: “Qué caras”, debemos recordar que la jornada laboral es de once horas, con una de descanso para comer; que no hay sábados ni domingos, que recolectar, seleccionar, envasar, calificar, transportar, distribuir, es un proceso delicado y manual que requiere muchas horas de trabajo.

También debemos saber que la selección se hace en función del tamaño, siendo “como las camisetas”, es decir, tamaño XL, L, etc… y por último, que si las cerezas pierden el rabito, “sangran”.

Luego hemos hecho un campeonato de lanzamiento de huesos de cerezas, siendo Víctor Churiaque el campeón; y hemos terminado la mañana envasando todas las cerezas que hemos recogido en unas cajitas que nos han regalado para que nos las llevemos a casa.

No han faltado anécdotas, como la de esta mañana mientras desayunábamos. Una monitora puso un par de rebanadas de pan en el tostador y se entretuvo hablando con nosotros en el comedor. Los chicos habían subido a recoger sus equipajes cuando las tostadas se quemaron y saltó la alarma contra incendios. Boquiabiertos nos quedamos cuando les vimos bajar ordenadamente, sin empujones¸ aunque preocupados. Y es que a menudo los chicos nos dan lecciones a los adultos.

Mañana iremos a ver el cortijo “El Álamo” a La Lapa, al mediodía comeremos en Alconera, donde el AMPA nos tendrá preparada la comida, y por la tarde iremos a pasear con las piraguas a Valverde.

Esperamos que os haya gustado nuestro viaje.

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