Pinchad en la foto para ver reportaje
Simpatía, alegría, vitalidad, compañerismo y buen
comportamiento.
Estos podrían ser algunos de los que les podríamos adjudicar
no sólo a nuestros chicos y chicas, sino a todos los que hemos conocido en este
periplo por el Valle del Jerte.
Resulta gratificante ver a nuestros chicos desenvolverse con
autonomía y responsabilidad. Acuden solas las respuestas a las preguntas que a
menudo os habéis hecho: ¿Para qué tanto viaje?
Nos emociona que Luis nos diga con una sonrisa de oreja a
oreja por la mañana: “Ana, mira mi maleta, ¡lo he doblado todo!” Entonces no
podemos por menos que sonreír pensando en las primeras veces que teníamos que
regañarle para que hiciera su equipaje medianamente bien. Y le hacemos una foto
a esa maleta impecablemente preparada (bueno, vale, le puso el pie porque no le cabía todo).
Pese a los pocos espacios libres que hemos tenido, no hemos
recibido de ellos una sola queja, tipo cuándo acabamos, tengo hambre, sueño o
cansancio, y han atendido todas las explicaciones de los monitores con interés
y atención.
Estas ocasiones de viajar juntos los “hermanan” y casi
seguro que cuando sean mayores recordarán las risas que nos hemos echado
juntos, o lo frías que eran las aguas del río Jerte.
Hemos mostrado al grupo de Tenerife la belleza del paisaje
extremeño y algunos de sus monumentos, pero hoy ha sido especialmente
interesante, porque hemos cogido cerezas, hemos comido muchas, muchísimas
cerezas; hemos visitado una cooperativa, donde hemos podido comprobar que este
preciado fruto tiene una especie de DNI y un riguroso control de calidad, ya
que es muy delicado y perecedero. Esto hace que tengamos total garantía del
producto que nos comemos, tan agradable al paladar. Pero serán las picotas,
allá por el mes de julio, las que ostentarán el título de denominación de
origen. Las podréis diferenciar porque se envasan sin el “rabito” y porque su
forma redondeada termina con un pico.
La próxima vez que digamos en el mercado: “Qué caras”,
debemos recordar que la jornada laboral es de once horas, con una de descanso
para comer; que no hay sábados ni domingos, que recolectar, seleccionar,
envasar, calificar, transportar, distribuir, es un proceso delicado y manual
que requiere muchas horas de trabajo.
También debemos saber que la selección se hace en función
del tamaño, siendo “como las camisetas”, es decir, tamaño XL, L, etc… y por
último, que si las cerezas pierden el rabito, “sangran”.
Luego hemos hecho un campeonato de lanzamiento de huesos de
cerezas, siendo Víctor Churiaque el campeón; y hemos terminado la mañana
envasando todas las cerezas que hemos recogido en unas cajitas que nos han
regalado para que nos las llevemos a casa.
No han faltado anécdotas, como la de esta mañana mientras
desayunábamos. Una monitora puso un par de rebanadas de pan en el tostador y se
entretuvo hablando con nosotros en el comedor. Los chicos habían subido a
recoger sus equipajes cuando las tostadas se quemaron y saltó la alarma contra
incendios. Boquiabiertos nos quedamos cuando les vimos bajar ordenadamente, sin
empujones¸ aunque preocupados. Y es que a menudo los chicos nos dan lecciones a
los adultos.
Mañana iremos a ver el cortijo “El Álamo” a La Lapa, al
mediodía comeremos en Alconera, donde el AMPA nos tendrá preparada la comida, y
por la tarde iremos a pasear con las piraguas a Valverde.
Esperamos que os haya gustado nuestro viaje.
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